Hay días que la suciedad se va acumulando sobre el cuerpo, la mente y el corazón. No se trata del polvo de los caminos ni de los residuos de la contaminación sino de las partículas invisibles que los contratiempos van depositando sobre el alma.
Esos días, un paseo en Vespa resulta purificador. En una tarde que anuncia primavera, con el sol cayendo aún de soslayo, giro a fondo el puño del acelerador y siento como el viento se va llevando todas las moléculas desagradables que aprisionaban los ánimos.
Alargo el camino de vuelta y llego a casa reconfortado.
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