martes, agosto 02, 2005

Una cerveza y una pizza

Rivas Vaciamadrid. Lunes 1 de agosto de 2005. Nueve de la noche. Tiempo tormentoso. Para quien no se sitúe diré que nos encontramos en una de las ciudades con menos bares por habitante de toda Europa; hoy comienzan las vacaciones para la mayoría de los habitantes de la Comunidad Madrileña y en esta ocasión coincide con el día de la semana que menos gente sale de casa para tomar algo y que, en consecuencia, aprovechan la mayoría de los establecimientos hosteleros para cerrar y descansar. Me estoy poniendo el casco para ir a casa y recogerme cuando suena el teléfono:
- Hola, ¿qué tal? ¿Qué haces? ¿Me vienes a buscar y nos tomamos algo?
No sólo no acostumbro a rechazar invitaciones que proceden de chicas guapas sino que comienza el mes de agosto y en Madrid quedamos ella, yo y tres más despistados que vienen a hacer turismo, así que acepto sin dudar. Como la tormenta anunciaba desde hacía rato, antes de ir a su casa paso por la mía y me protego con la cazadora después voy por ella.
Llego a la puerta. Paro la moto. Me bajo. Me quito el casco y levanto el hueco bajo el asiento para sacar el suyo. Llega, nos besamos, se sube a Mi Vespa y comenzamos la marcha.
- ¿Dónde vamos?
Pregunta muy habitual en Rivas que, no por frecuente, alguna vez recibe una respuesta convencida. Recuerdo que me he enterado de una terraza nuevo y no dudamos probarla. Llegamos, vemos luces encendidas y escuchamos rumor, así que paramos la moto, bajamos, cada uno se quita su casco, abrimos el hueco bajo el asiento y guardamos el suyo y mis guantes. Mi casco tengo que atarlo al transportín o llevarlo de la mano, pues, no sé si recordarás que me abrieron el cofre y en ese momento lo tenía en casa con intención de arreglarlo. Decido atarlo con la cadena que también uso para la bici. Nos acercamos al bar y encontramos a los camareros, al cocinero y al dueño, por otra parte, conocido de mi compañera de aventuras. Nos saludamos y nos explica que lo han cerrado porque no quedaba gente ese día a esas horas, así que salimos.
Operación inversa: desatar mi casco, abrir el hueco, sacar su casco, mis guantes, subirme a la moto, sacarla del hueco en que se encontraba aparcada, maniobrar marcha atrás, subir a mi amiga y buscar otro bar. Recordamos un centro comercial en el que hay dos: una terraza y otro interior, malo ha de ser que ninguno al menos el interior...
Ya cuando pasamos por la puerta de la terraza vimos que las sillas y las mesas se apilaban como si fueran las dos de la madrugada. Aunque el tiempo pasaba mientras duraban estas aventuritas, aún no llegábamos a esas horas, claro. Desestimada la opción de la terraza, optamos por el interior, así que, aparcamos la moto, nos quitamos los guantes, los cascos, lo guardamos todo meticulosamente en su hueco respectivo y nos dirijimos a cenar... eso pensamos porque al ser lunes cerraban por descanso. ¡Bien!
Con todo el cachondeo pasan de las once de la noche, hora complicada para buscar algo de comer en la ciudad donde vivo, por si alguien le interesa...
Llegamos al parking de la moto. Abrimos el hueco y sacamos su casco y los guantes, desatamos el mío, nos protegemos, me subo a Mi Vespa y... ¿qué pasó? Ni más ni menos que la había aparcado en rampa y me tocaba salir marcha atrás, arrastrando los ciento y pico kilos de la máquina.
Recontamos mentalmente los posibles lugares donde comer algo y lamentamos no haber concluído la "Guía de Bares donde comer algo en Rivas a partir de las once de la noche" que, con tanta ilusión, comenzamos el mes de febrero y estancamos en el de marzo.
Ya estábamos bastante hartos de poner, quitar, guardar y sacar tanto casco, la verdad, aunque también es cierto que en el último bar logramos reducir los tiempos casi hasta la mitad. ¡Es lo que tiene ser un profesional!
Ni cortos ni perezosos, decidimos recorrer todo el municipio sobre la Vespa, buscando un bar abierto donde den cualquier cosa de comer, como si fuésemos caballeros andantes en busca de afrentas que resolver. El paseo no resultaba tan desagradable a pesar del fuerte vendaval que se había levantado y que arrastraba polvo y arena en sus remolinos aunque ni una sola gota de agua. Pero al fin y al cabo, también los caballeros andantes tienen que recorrer las llanuras de cereal reseco y los polvorientos caminos de los campos de Castilla para encontrarse con su amada ¿no habríamos de hacerlo nosotros por una porción de pizza?
Y digo porción de pizza por ser lo que finalmente encontramos. El caso es que, pasando por un centro comercial, vimos que refulgían algunos luminosos. Pensamos que se trataba de vayas publicitarias pero, al fijarnos bien, comprobamos que se escondía una pequeña pizzería. Ante la duda, esta vez no atamos los cascos, ni los guardamos, sino que dejamos la moto tal cual (quitando el contacto y la llave, por su puesto) y nos acercamos a la pizzería esperando escuchar un "como no venía nadie, acabamos de cerrar la cocina" (frase de moda esa noche).
Cuál no sería nuestra sorpresa cuando descubrimos un bar de aficionados (muy aficionados) a las motos, a juzgar por la gran cantidad (y calidad) de pósters y componentes remozados de vehículos caducos. Más sorpresa cuando probamos las deliciosas pizzas elaboradas al momento pero más sorpresa aún cuando aparece por la puerta un viejo amigo al que hacía siglos que no veiamos. Este sólo venía a por tabaco y a pagarnos un par de cervezas. Después quedamos completamente solos en el bar por lo que nos atendieron con dedicación y sin estar mirando el reloj cada cinco minutos o pasando la escoba para barrer el local.
Nos pareció increíble pero cenamos y bien. Después vuelta a casa. El viento se había agudizado y habíamos llenado "el depósito" con "alguna" cerveza por lo que había que realizar más esfuerzo para mantenerse en pie que un sedado para levantar los párpados. Aún así, llegamos a casa, sanos, enteros, y cenados.
Bajamos de Mi Vespa, nos quitamos los cascos, guardé el suyo bajo el asiento, volví a colocar el mío sobre la cabeza y aceleré en vacío el motor.
Ya me iba cuando, entre las explosiones del motor escuché su voz:
¿Quieres subir a casa y nos tomamos algo?

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