He vuelto.
Parecía que nunca llegaría pero ya estoy aquí y mañana vuelvo a montar en Mi Vespa. No sabéis cuánto la he echado de menos. El viaje, sí, ha estado bien o muy bien, bueno, el viaje ha sido fantástico pero... es que me he largado a la cuna de todas las Vespas sin Mi Vespa. Sólo a mí se me ocurre. Es una gozada. Hay Vespas por todas partes, y de todos los modelos y con más colores que los jerseys del tío Benetton. Sin duda, Italia es el paraíso de los scooter y, por tanto, de las Vespas. Las ciudades están preparadas para circular en moto. En las Zonas de Tráfico Limitado, que son muchas, las motos no tienen ningún problema para entrar y, por supuesto, en cualquier lugar hay aparcamientos específicos para las motos. Os enseñaré fotos porque eso hay que verlo para darse cuenta de lo que hablo.
Fuera de las ciudades, las carreteras son retorcidas como el rabo de un cochino. Creo que la recta más larga que he visto debería tener unos veinte metros. Imaginaros lo que es recorrer eso sobre una moto.
Por otra parte, lo cierto es que las motos son absolutamente necesarias, porque en cuanto sales de las Zonas de Tráfico Limitado no hay quien circule en coche. Madre mía ¡qué caos circulatorio! Creo que la velocidad media en coche difícilmente superaba los treinta kilómetros a la hora. Os podéis imaginar lo que me acordaba yo de Mi Vespa encerrado en la lata en la que viajaba viendo cómo me adelantaban todas sus primas y yo sin poder moverme.
Pero de todo, lo que más me ha llamado la atención es la ciudad de Bérgamo.
Para quien no lo sepa, Bérgamo tiene dos ciudades en una: la alta (antigua) y la baja (moderna). Aunque centré mi visita en la de arriba tuve ocasión de circular por casi toda ella y allí vi más Vespas que en ninguna otra ciudad pero, lo más curioso es que en su mayoría eran modelos antiguos perfectamente conservados. Y más curioso aún es que estos modelos antiguos de Vespas eran conducidos por chavales jóvenes que se dedicaban a subir a la parte alta de la ciudad y reunirse allí con sus Vespas. Precioso, oigan. Además tan conjuntaditos: con sus cascos a juego con la moto, con su chaqueta tipo adidas también a juego con la montura... En fin, que si ya la ciudad es preciosa cuando le añades la afición vespista queda claro que hay que volver a bordo de Mi Vespa.
De vuelta a casa he encontrado a Mi Vespa muy perjudicada, la pobre. Quince días parada en la calle no le han sentado nada bien. Para colmo, justo antes de marchar se le había roto el cierre del bauleto, o sea, que daba un poco de pena y como la tengo tanto cariño y, además, la he echado tanto de menos, ayer le dediqué su tiempo y la dejé de nuevo reluciente y lista para seguir dándome satisfacciones.
Quién sabe, quizá pronto vuelva a Italia sobre ella.
1 comentario:
definivamente los comments de blogger no molan unas veces no y otras tampoco funcionan.
bienvenido al mundo del trafico rodante espeluznante!
Publicar un comentario