miércoles, octubre 25, 2006

Un ratito a pie...

...y otro ratito andando. Así voy desde hace ya... pues más de diez días. Y resulta que tengo dos vespas... o al menos eso se supone.
¿Y cómo es posible eso?
Muy sencillo. Mi Vespa, la de siempre, la de toda la vida, la que me ha acompañado a todas partes durante los dos últimos años, necesitaba, como sabrán los lectores asíduos, una manita de pintura y la nueva, la flamante GTS que tengo pedida desde hace... desde hace... "está viniendo de Italia". Qué digo yo que aunque la hubiesen traído rodando ya debería estar aquí así que más bien pienso que la traen empujando o a hombros para no desgastarla.
Y entre tanto, como decían en mi pueblo, una por otra, la casa sin barrer.
La verdad es que en el tren no se va tan mal pero, claro, no es lo mismo y, en cierto modo, uno se siente más alienado, más masa, con menos poder de decisión, más abocado a lo que la clase dirigente, Renfe en este caso, quiera hacer con tu vida. Que ellos quieren que te pares en un túnel, pues tú te paras. Que quieren que vayas apretado, pues tú, apretado. Es lo que tiene la democratización del transporte, así todo el mundo puede viajar aunque sea teledirigido. Y la verdad es que no se pasa tan mal. He aumentado el número de páginas leídas por día y ahora conozco más gente. Quizá también sea una ventaja que este periodo sobre raíles haya coincidido con la época de más lluvias desde hacía años porque lo cierto es que en tren te mojas menos que en moto. Vamos, eso, ni se duda. Ah, y te ponen música clásica. Vamos, el no va más. Tanto es así que, cuando las vías cruzan por encima de las autopistas de circunvalación y veo las ríadas de coches permanentemente parados, hasta me pienso si seguir utilizando el tren. Claro que, luego compruebo los horarios y el tiempo total que tardo en llegar a los sitios y, se me quitan las ganas. Vamos, que donde esté Mi Vespa, que se quite todo.
Bueno, Mi Vespa o la sustituta, porque ni os cuento las ganas que tengo ya de conducirla. Hace un par de días me dijeron que ya había llegado a Madrid. Al principio me puse contento y, iluso, llegué a pensar que esta misma semana la conduciría pero, luego, puestos a calcular, si en venir de Italia ha tardado dos meses, en llegar desde Madrid a Madrid tardará lo menos dos semanas.
En realidad, aún puede tardar un poco porque, incomprensiblemente, todavía no he logrado vender la protagonista de estas páginas. Incomprensible pero cierto. Ni tres semanas de anuncio en Motociclismo ni un mes en Segundamano, ni varios días en esta misma página, ni el boca a boca. Nada. Prácticamente nadie se interesa por Mi Vespa. Pero no es que no les guste, o les parezca cara, no, es que ni siquiera me llama la gente. Creo que, desde que puse el primer anuncio hasta hoy habré recibido dos o tres llamadas. Y para uno al que le gustaba -mucho, según aseguraba- vive a setecientos kilómetros de mi casa y no se atreve a venir a por ella. Tendré que seguir esperando pero, os advierto, queridos lectores, que os perdéis una auténtica joya. Y más ahora que, cuando vuelva, lo hará tan reluciente como recién salida de fábrica.

No hay comentarios: