Aunque me pese, hay viajes que no puedo hacer con Mi Vespa y me vi obligado a dejarla aparcada durante unos días. A mi vuelta la encontré cabizbaja, con algo de tristeza en su faro y mucho polvo en el asiento. Una telaraña colgaba entre el puño del acelerador y el escudo y las ojas secas se acumulaban en la plataforma. Nada más arrancarla percibí algún ruido extraño que me indicó que no le había hecho gracia ese abandono, así que la traté con cuidado durante el trayecto, olvidando los acelerones y la velocidad excesiva. Aún así, seguía enfadada. Ya estaba casi llegando al trabajo cuando, al salir de un semáforo, hizo 'plof' y se apagó. Se dejó arrancar de nuevo sin protestar demasiado y con un poco de mosqueo llegué hasta la puerta de mi oficina sin más problemas pero, cuando estaba aparcando, otra vez 'plof' antes de tiempo.
Ahí la he dejado, a ver si se le pasa el enfado. Si no, tendré que llevarla al médico que le eche un vistazo, a ver si su mal es sicosomático o realmente está enferma.
1 comentario:
Me dan un pánico esas cosas. Lo único bueno que le saco a ir en vespa o algo así, es el poder agarrarme al chico apuesto que vaya delante.
Ejem, cough, cough.
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