miércoles, abril 13, 2005

Ese botón

- ¿Qué es ese botón rojo?
- Para cortar la corriente
- ¿Y esa aguja?
- Mide la temperatura del aceite
- ¡Ah! Pero... ¿lleva aceite?
- Sí, tiene un motor de cuatro tiempos
- ¿Y las marchas?
- Es automática
- Caray, yo tuve una pero no era tan moderna. Y el caso es que... es bonita, la
condenada.
Mientras yo abría el cofre, sacaba el casco y me calzaba los guantes, él no dejaba de mirar Mi Vespa. Parecía entusiasmado con los prodigios de la técnica moderna. Quizá la suya fuese el modelo del sesenta y seis o alguna posterior incluso. De aquellos días en que tener una Vespa otorgaba cierto prestigio y podías pasear a la novia por la Casa de Campo sentada en la parte de atrás con su pañuelo anudado al cuello. Sí, miraba Mi Vespa reluciente con añoranza, no sé bien si de su vieja máquina o de los tiempos perdidos. Al lado, una mujer mayor que nosotros dos juntos, vestida con ropas cansadas, yacía sentada en un bordillo junto a una farola. Se apuntó a la conversación:
- Tú viniste ayer ¿verdad?
- No, señora, hace tiempo que no vengo por aquí
- Pues me parecía haber visto esa moto ahí mismo aparcada ayer. Si no
era esa se le parecía mucho. Sí que es bonita, sí.


Por desgracia tenía prisa. No se debe tener prisa viajando en Vespa. Debía haber olvidado que me esperaba una oficina gris y haberm quedado allí, charlando con ellos al sol del invierno.

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