lunes, abril 18, 2005

Reencuentro

Desde que tengo Mi Vespa no le había vuelto a ver. Hacía frío, mucho frío. Unos metros delante de mí, sorteaba los coches parados ayudándose de los pies. Le reconocí por el pantalón del chandal y por su veterana SR. Intenté acercarme a su lado para saludarle; cosas del tráfico: cuanto más me acercaba yo, más se alejaba él, así que le lancé ráfagas y toqué el claxon para llamar su atención pero sólo conseguí que los enlatados me mirasen con cara de pocos amigos. Se debían pensar que les estaba pidiendo paso o algo así. Cuando por fin me puse a rueda de mi amigo seguí sonando la bocina y destelleando pero él se volvió gesticulando "¿Qué querrá éste?". Le llamé por su nombre y ni por esas me reconoció. Normal, una voz saliendo como de ultratumba de un casco anónimo de colorines sobre una Vespa gris desconocida no es algo fácilmente identificable así que, a pesar del intenso frío, me levanté la visera. Tampoco dejé a la vista mucho de mí pero debo tener una mirada inconfundible porque enseguida se dio cuenta de quién le increpaba desde hacía rato.
Así, entre decenas de coches paralizados avanzábamos echando carreras con las tortugas y contándonos nuestro pasado reciente. El tema de conversación, como no, se centró en poco tiempo en las dos ruedas. Mi Vespa le gustaba, dijo, pero no perdió momento de alabar las ventajas de su vieja Yamaha. Él también pensaba comprarse un scooter en breve pero nada de algo pequeño, no, algo grande, un X9 como poco". Yo asentía a todas sus afirmaciones y sonreía, quizá por causa del frío.
Así, casi sin hablar de otro tema, llegamos al fin del colapso circulatorio y principio de la autopista. Él fue el primero en despedirse porque tenía ganas de girar el puño para demostrar la valía de su madura dos y medio. En sus últimas palabras antes de bajar las viseras de los cascos daba por supuesto que mi scooter quedaría atrás de su moto. No me inmuté. Me despedí, bajé mi visera y aceleré no más que otros días al llegar al mismo punto.
Por el espejo retrovisor le veía empequeñecer mientras confundido con el silbido del viento me llegaba su refunfuño.

3 comentarios:

Elda dijo...

El factor sorpresa ¡que buen relato!
¡Saludos!

Anónimo dijo...

Hace pocos días recibí un correo de un antiguo amigo, en realidad solo era un cartel de dibujos destellantes con una palabra en grandes dimensiones y alguna información adicional relativa al evento, no tenía demasiado tiempo y lo guarde para mirarlo en otro momento.

Hoy, varios días después, la duda de conocer el significado de esa palabra me ha incitado a buscar por internet, escribo la palabra "CARDALANAS" en google y busco.....

Aparecen 8 o 10 entradas y de un vistazo rápido veo Jazz Lemon, Rivas....PERDIDO EN LA CIUDAD. Me sitúo sobre el, y entro.

Mis ojos no dan crédito, ¿donde estoy?, pero si esto es "Fer", Jazz Lemon, anécdotas, historias, leo, me admiro y pienso una vez mas en esa llamada pendiente que tengo que hacer a un amigo, para compartir cosas que están pasando por nuestras vidas y que el tiempo y la distancia no nos ha permitido ver juntos, me lamento de mi mala memoria y de como nos consumen las obligaciones cotidianas.

Sigo oteando, MI VESPA Y YO, no podía faltar un apartado a una sencilla forma de vida para muchos de nosotros, montar en moto. Sigo una a una tus historias identificándome en muchas de ellas. Pero por un momento, leyendo una de ellas, siento como un puñal atraviesa mi alma.


Al final, terminando de leer siento mas que nada pena. Recuerdo aquellos días en los que compartimos risas, horas de música, aprendiendo ritmos, caminatas, y tantas experiencias que hacían de esos días, momentos especiales e inolvidables.
Y veo que no llegaste a conocerme y que nunca lo harás, que si hubieras sido un amigo, en su mas mínima expresión, podrías haber visto fácilmente que la envidia por fortuna, nunca me ha tentado, y mucho menos la mas burda de las envidias, la material. Si acaso, puedo reconocer que admiraba la rapidez con la que los ritmos se pegaban a tus muñecas, admiraba a la mujer de toda tu vida por su ternura, su sencillez y su amistad que aún perduran en nosotros, y sobre todo admiraba tu facilidad para hacer amigos por allí donde pasabas.

Ahora me lamento por ti, por el camino que recorres, por la senda que labras día a día hacia un tipo de soledad que estoy seguro que no buscas. Me lamento por que dejaste marchar a tanta gente que te amó, que te escuchó en lo peores momentos, y sentía tus lágrimas como suyas, a quien durante mucho tiempo era parte de ti y dejo de serlo por no pensar como tu.

Te deseo de todo corazón que encuentres las fuerzas para ver que el centro del mundo no gira en nuestros ombligos, que la falsa modestia es la peor forma de mostrar nuestra vanidad, y sobre todo, espero con estas tristes palabras con las que intento emular tu forma de expresarte, sirvan para arrojar un pequeño haz de luz a tu interior.

Y sí, después de muchos meses de meditarlo, de muchos sustos y averías, de hacer muchas cuentas domésticas, si, me compré otro scooter, pero como tu sueles decir.....esto, sería mejor tratarlo como otro tema a parte.

Anónimo dijo...

LA BOCA TAN GRANDE,LOS DEDOS TAN LARGOS,LAS MENTIRAS TIENEN LAS PATAS CORTAS Y PARA LA VERDAD SOLO HAY UN CAMINO.LA PANTOJA